LA CHAQUETA DEL MAESTRO
7 DE NOVIEMBRE DE 1939
(Hace 73 años)
Cuando entró en capilla
aquel maestro lorquino, se quitó su gastada chaqueta y antes de salir
de la celda, se la entregó a su compañero y amigo Toribio, compañero de
magisterio en Yecla. Pasaría un poco de frío cuando a las seis de la
mañana, en la oscura madrugada del siete de noviembre de mil novecientos
treinta nueve, un pelotón de fusilamiento acabó con su vida y con sus
esperanzas. Una chaqueta agujereada tiene mal zurcido. Junto con él
cayeron Fernando Piñuela y varios dirigentes republicanos de Murcia.
“Envenenó a los niños inocentes con sus ideas disolventes”.
El fiscal no pudo aducir delitos de sangre para acusar a aquel maestro,
al igual que sucedió con el catedrático Piñuela y sus compañeros de
infortunio. Los mataron por lo que representaban: un proyecto
democrático, hecho añicos por los que se rebelaron contra un gobierno
legal y legítimo.
Mientras
que los crímenes cometidos en los convulsos cuatro meses que siguieron
al golpe de estado de 1936, fueron todos investigados en la posguerra, y
resueltos sin ninguna garantía procesal, con cientos de ejecuciones
sumarias y miles de condenas a presidio, ninguna de las atrocidades
cometidas por los vencedores en la guerra civil, ni durante el
franquismo, se ha saldado ni con un día sin postre como castigo.
Muchos
de los descendientes de aquellas víctimas, ni perdonamos ni olvidamos,
porque nunca se les ha hecho justicia, y porque los crímenes contra la
humanidad nunca prescriben, y porque, en contra de lo que se dice sobre
la Ley de la Memoria Histórica, no hay ni Verdad, ni Justicia, ni
Reparación, fuera del marco jurídico de aplicación de las leyes
internacionales contra la impunidad, incorporadas al derecho español en
virtud de los tratados (artículo 96.1 de la Constitución), que la
justicia española está ignorando, a sabiendas. Las leyes “de punto
final” como la española de amnistía de 1977, (que declaró impunes los
crímenes franquistas) han sido anuladas por gobiernos democráticos en
Argentina, Chile, Bolivia, Uruguay, Brasil, Perú y otros países,
sacudidos por golpes de estado de naturaleza fascista.
Sin embargo, en España todo sigue “atado y bien atado”. Ya lo dijo Fraga, “España es diferente”.
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